- Carmen Maya Posta
- 23 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 feb
Viajar es algo que a menudo anhelamos: vacaciones, evadirnos, invitar a un cambio en nuestro interior. Pero, mientras nos movemos por el mundo, algo sucede dentro de nosotros. La cuestión es que solo ocurre si le damos espacio, si somos capaces de escuchar, observar y permanecer en silencio. Sin temer la transformación que nos proporciona cada nuevo lugar y encuentro. De hecho, tenemos un consejo para quienes leen: nunca planifiques tu viaje.
Permítete vivir lenta y espontáneamente. Elimina de tu rutina diaria el famoso «FOMO» (Fear Of Missing Out): ese miedo a perderte algo que inevitablemente corta cualquier forma de autenticidad en nuestras acciones y deseos. El único miedo real que deberíamos tener es el de perdernos a nosotros mismos, desperdiciando las maravillosas oportunidades que solo vivir nuevos contextos puede darnos.
Es únicamente a través de la autenticidad, siguiendo las intuiciones del momento, que se puede viajar de verdad. ¿Los imperdibles lugares turísticos? Hermosos, seguramente. Pero nunca deben ser tu objetivo principal. No conviertas la fantástica experiencia de viajar en un banal índice de lugares y sitios para tachar de tu lista. No mates el sentido de la aventura convirtiendo lo extraordinario en una experiencia más con el piloto automático.
Vive el viaje con conciencia, con las elecciones del momento. Respiración tras respiración, pensamiento tras pensamiento, deseo tras deseo. Porque cada viaje es mucho más que una foto para añadir a la ya agotada memoria de nuestros celulares. No importa si no tienes tu foto de postal en la Torre Eiffel, el Coliseo o de Machu Picchu.
Preguntate esto: ¿De verdad quieres repetir, como una «marioneta» en fila, lo que ya ha hecho y vivido todo el mundo? Más bien, siéntate en los bares, observa la vida de la gente que te rodea, su lenguaje. Explora las calles perdiéndote en la ciudad. Habla con los lugareños, incluso con gestos, si es necesario. Observa el arte que se crea, la arquitectura, la naturaleza que vive, y todos esos problemas que se repiten idénticamente en todos los lugares del mundo. Pero, sobre todo, mírate a ti mismo: cómo reaccionas, cómo eres fuera de tu rutina habitual. Puedes experimentar la vida de una forma nueva, diferente, lejos de los patrones habituales.
Permítete sentirte perdido, abrazar nuevas formas de pensar, estate dispuesto a explorar lo desconocido con una sonrisa. Pruébalo: te sorprenderá lo mucho que aprenderás sobre ti mismo y lo que te rodea. Será mucho más gratificante que el típico viaje más o menos organizado a la Lonely Planet.
Eres único y, como tal, debes ejercer tu derecho, si no tu deber, de crear experiencias inolvidables. ¿Y qué hay más único que enriquecerte interiormente y evolucionar como persona? Porque el verdadero viaje es el interior. Viajamos para encontrarnos a nosotros mismos y romper las cadenas de las listas interminables y de todas esas cosas que nos imponemos hacer.
El propósito del viaje es redescubrirnos y reinventarnos en una nueva versión de nosotros mismos.
📝 ¡Gracias por leerme! He escrito este artículo originalmente en italiano para “Periodico Italiano Magazine: PIM” el 23 de noviembre de 2024. También puedes encontrarlo en las siguientes plataformas y en los enlaces a las versiones en italiano e inglés de este sitio web: